El 11 de febrero del 2015 fue proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNESCO) como el “Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia”, con el fin de reconocer el papel que juegan las mujeres y las niñas en la ciencia, a través de la RESOLUCION A7RES76707212, destacando a su vez el rol crítico que poseemos.
Según datos de la UNESCO (entre 2014 y 2016), las mujeres siguen encontrando obstáculos en el campo de la ciencia, nos reporta que menos del 30% de investigadores científicos son mujeres. En la sociedad actual en la que vivimos, nos encontramos sumergidos en los prejuicios y estereotipos de género, los cuales vemos reflejados cuando las estadísticas muestran que en universidades, los jóvenes matriculados en carreras correspondientes a ciencias, ingenierías, tecnologías y
matemáticas, en su minoría son del sexo femenino, y el porcentaje disminuye aún más cuando se trata de maestrías y doctorados.
La familia es la primera escuela donde se desarrollan los primeros procesos de aprendizaje individual, donde se transmiten los valores, principios y normas, es decir, lo que aporta al desarrollo de la personalidad individual, pues los niños empiezan a construir conocimientos de las experiencias vividas y de las relaciones sociales del entorno, moldeando su conducta que incidirá en su vida joven y adulta.
Son los padres los principales responsables en educar a sus hijos, y de ellos depende que sus niños crezcan en un ambiente honesto, de amor y paz, pues eso influye mucho en que haya una sociedad más respetuosa, inclusiva y tolerante, de lo contrario, solo abundará personas con cultura sexista, discriminatoria y de matoneo.
En tiempos pasados, la mujer se dedicaba exclusivamente al hogar y a la educación de los hijos y el hombre era quien solventaba ese hogar. Actualmente, vemos que muchas mujeres buscan estudiar y crecer profesionalmente, y los padres de sus hijos aportan en la educación de los hijos.
Según la ONU: “Para estar a la altura de los desafíos del siglo XXI, necesitamos aprovechar todo nuestro potencial. Ese esfuerzo exige desmontar los estereotipos de género. En este día hemos de asumir el compromiso de poner fin al desequilibrio de género en esta disciplina” (Guterres, 2019). La escuela debe ser entonces una institución de preservación y renovación de valores y conocimientos para que todos los estudiantes que se forman, se preparen adecuadamente y estar listos a los constantes cambios del mundo que nos rodea. Los docentes enfrentamos ese reto en este siglo, el cual es una educación de equidad donde se promueve una educación integral para niñas y niños sin que nadie se vea afectado.
Ya es hora de emprender este desafío y que la relación familia-escuela motive mucho más a nuestras niñas a demostrar su talento y ser parte del desarrollo sostenible de nuestro planeta, y que en un futuro cercano, nos encontremos con más mujeres como KIARA NIRGHIN que con 19 años ganó el premio Google feria de ciencia con impacto en la comunidad en África, entrando así al pequeño grupo de científicas como KATHERINE JHOHNSON (física, científica espacial y matemática), RACHEL
CARSON (Bióloga marina y conservacionista estadounidense), EMMY NOETHER (Matemática, algebra abstracta, física teórica, teorema de Noether), ELIZABETH BLACKBURN(Bioquímica, premio nobel de medicina 2009), entre otras.
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